Universos y contemplación


La palabra “montaña” me remite a pensar en la existencia de la gravedad, en el momento de mencionarla viene a mí la historia de La montaña mágica de Thomas Mann. En esta historia un hombre que se siente enfermo se interna en unas montañas, en un retiro no tanto espiritual, sino sobre todo con vistas a mejorar su salud. La historia transcurre en un ritmo monótono, el hombre da paseos, conoce a otras personas que también se retiran en esta montaña y por los senderos conoce a un hombre que es Jesuita, con el que suele tener conversaciones habituales, hasta que, finalmente el protagonista decide irse de este lugar a hacer otra cosa (se enlista en la guerra).

En esta historia el personaje jesuita parece tener un cierto magnetismo (gravedad, energía) que lo rodea, aunque no llega a realizar alguna acción sobrenatural en la historia, este personaje le recomienda al protagonista la autorreflexión. Da la impresión de que nuestro personaje se encuentra en un estado de depresión o apatía. En esta historia el personaje jesuita que se encuentra en los senderos nevados de la montaña solitaria parece rodeado de un halo de misterio. 

Personalmente, mi relación con la filosofía y con los jesuitas en particular ha sido así: sin profundizar mucho sobre su historia, tienen un aparecer constante, como imágen de personas y de lugares. Por ejemplo, la facultad de Filosofía de la Universidad Autónoma de Querétaro está ubicada dentro del ex claustro de los Jesuitas.

Por otro lado, Descartes, quien es uno de mis filósofos favoritos fue alumno del colegio Jesuita La fleche y se comenta que leyó los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola antes de escribir sus obras, y que fue un detonante para que el llamado “padre de la modernidad” escribiera sus obras El discurso del método y las Meditaciones metafísicas. 

Ahora bien, otro jesuita que ha llamado mi atención es Ignacio Ellacuría, el cura asesinado en El Salvador. Cabe destacar, que ante la pregunta de cuál es el objeto de la filosofía, este filósofo nos dice que el objeto de la misma es la realidad histórica. En una de las partes finales de su libro “Filosofía de la realidad histórica”, Ellacuría menciona que quizás este universo podría estallar y que lleguen otros universos posibles en los cuales entraramos, pero que ante la muerte, es mejor concentrarse en vivir de la mejor manera posible nuestra vida en este universo.

Otros filósofos han hablado de los universos posibles, por ejemplo Nietzsche que nos invitaba a pensar la importancia que le daríamos a nuestra vida si fuera a repetirse infinitas veces de la misma manera. Esta es una concepción del tiempo no lineal, un eterno retorno circular, donde no hay progreso; al considerarla, podría anularse la concepción del tiempo, pero no del peso de la existencia, mencionado en La insoportable levedad del ser, de Kundera. 

Así, el escritor pasa de considerar el tema del espacio y el tiempo, para retomar el tema de la experiencia vital del hombre. Porque hablando de fin de universos, que es el tema al que se refería Ellacuría, más que el tema de la existencia de muchos universos, el tema de este ser que soy yo en esta realidad, en este momento y mi condición finita (aunque digamos con Unamuno, en El sentimiento trágico de la vida, que uno no quiere morirse) y a cómo uno se podría sentir, ya sea para considerar nuestro actuar con vistas a una finalidad que nosotros elijamos, o ya sea viendo el peso de nuestro ser desnudo ante el amor, en el caso de la obra de Kundera.

De acuerdo a lo considerado, parece ser que la salida de estos filósofos ante estas consideraciones es más del tono práctico que especulativo. Por mi parte, me llama la atención específicamente el tema de los jesuitas hablando de multiversos, porque dentro de la teología cristiana las concepciones de la mística me han sorprendido, el hecho de que exista la realidad tal cual es, es decir, una realidad donde existió Jesús, quien de acuerdo a la doctrina católica transfiguró su cuerpo de manera que va más allá del tiempo y el espacio. 

De alguna manera, la filosofía toca estos temas de ir más allá del tiempo y el espacio. Esto lo he encontrado por ejemplo en las reflexiones de Unamuno (pensamiento que se extiende entre sus novelas y sus escritos filosóficos) donde para él la experiencia del amor alargaba su sensación temporal. También para San Agustín y para Husserl el tema del tiempo es fundamental, siendo así que en la fenomenología se pasa a considerar no el tiempo como una cantidad objetiva, sino en la vivencia subjetiva del hombre, también en Bergson, la experiencia de un tiempo de la vida, un tiempo más humano.


Diana Galindo Barajas 















Es licenciada en Filosofía por la Universidad Autónoma de Querétaro. Ha publicado los libros Despliegue de pájaros (Ediciones El Humo, 2012), Spiritual Kingdom (Ediciones El Humo, 2014), El mundo desde afuera (Ediciones El Humo, 2019) y Las pasiones de la luz (Infame Turba, 2021).


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