Poesía, destino y vida

 

Cuando encuentro algún verso que sea capaz de expresar lo que estoy sintiendo, es una coincidencia afortunada. Me ha sucedido que he encontrado versos que han dicho lo que estaba en la profundidad de las situaciones de la vida, cosas que estaban en el lado trasero de la situación, versos que logran ir más allá como si fuera un juego la existencia. La poesía convierten en juego la existencia. esto suena como una labor imposible, sin embargo hay quien lo logra y nos muestra que estar vivo es también estar rozando lo imposible cada día y volverlo cotidiano. 

Entonces, la cotidianidad sería este olvido de la existencia y la poesía sería quien nos recuerde las posibilidades infinitas del verbo y del ser. esta magia de lo verbal lo expresa Borges en un poema.

El Golem

Si (como afirma el griego en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de ‘rosa’ está la rosa
y todo el Nilo en la palabra ‘Nilo’.

Y, hecho de consonantes y vocales,
habrá un terrible Nombre, que la esencia
cifre de Dios y que la Omnipotencia
guarde en letras y sílabas cabales.

Adán y las estrellas lo supieron
en el Jardín. La herrumbre del pecado
(dicen los cabalistas) lo ha borrado
y las generaciones lo perdieron.

Los artificios y el candor del hombre
no tienen fin. Sabemos que hubo un día
en que el pueblo de Dios buscaba el Nombre
en las vigilias de la judería.

No a la manera de otras que una vaga
sombra insinúan en la vaga historia,
aún está verde y viva la memoria
de Judá León, que era rabino en Praga.

Sediento de saber lo que Dios sabe,
Judá León se dio a permutaciones
de letras y a complejas variaciones
y al fin pronunció el Nombre que es la Clave,

la Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio,
sobre un muñeco que con torpes manos
labró, para enseñarle los arcanos
de las Letras, del Tiempo y del Espacio.

El simulacro alzó los soñolientos
párpados y vio formas y colores
que no entendió, perdidos en rumores
y ensayó temerosos movimientos.

Gradualmente se vio (como nosotros)
aprisionado en esta red sonora
de Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora,
Derecha, Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros.

(El cabalista que ofició de numen
a la vasta criatura apodó Golem;
estas verdades las refiere Scholem
en un docto lugar de su volumen.)

El rabí le explicaba el universo
«esto es mi pie; esto el tuyo, esto la soga.»
y logró, al cabo de años, que el perverso
barriera bien o mal la sinagoga.

Tal vez hubo un error en la grafía
o en la articulación del Sacro Nombre;
a pesar de tan alta hechicería,
no aprendió a hablar el aprendiz de hombre.

Sus ojos, menos de hombre que de perro
y harto menos de perro que de cosa,
seguían al rabí por la dudosa
penumbra de las piezas del encierro.

Algo anormal y tosco hubo en el Golem,
ya que a su paso el gato del rabino
se escondía. (Ese gato no está en Scholem
pero, a través del tiempo, lo adivino.)

Elevando a su Dios manos filiales,
las devociones de su Dios copiaba
o, estúpido y sonriente, se ahuecaba
en cóncavas zalemas orientales.

El rabí lo miraba con ternura
y con algún horror. ‘¿Cómo’ (se dijo)
‘pude engendrar este penoso hijo
y la inacción dejé, que es la cordura?’

‘¿Por qué di en agregar a la infinita
serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana
madeja que en lo eterno se devana,
di otra causa, otro efecto y otra cuita?’

En la hora de angustia y de luz vaga,
en su Golem los ojos detenía.
¿Quién nos dirá las cosas que sentía
Dios, al mirar a su rabino en Praga?


En las letras de la rosa, esta la rosa. En las letras hay universos enteros, por eso Borges reflexionó sobre el hecho de que podamos leer y tener libros: "De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación." 

Estos maestros de la poesía me acompañan aún cuando la realidad es gris, insatisfactoria, cuando me toca caminar por los desiertos y sentir el viento sobre la hierba. Incluso en parajes solitarios, o quizás precisamente por eso, es que surge la palabra como alimento, como agua y pan que sacia. 

Cuántos de nosotros no estamos buscando el poema perfecto o lo encontramos sin quererlo. Es por eso que necesitamos recordar, hacer ejercicios de la memoria y de la voluntad para ir en búsqueda de la poesía, que estará también en la filosofía, pero que emana de la vida misma. 

Diana Galindo 

Licenciada en Filosofía por la Universidad Autónoma de Querétaro, con la tesis “El tiempo y el amor en Miguel de Unamuno”. Ha publicado la obra “Despliegue de pájaros” (Poesía, 2012) “Spiritual Kingdom” (Cuento, 2014) y “El mundo desde afuera” (Poesía, 2019). Ha expuesto su trabajo intelectual en Chihuahua, Guadalajara y Rumanía.










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