Presentación del libro “Retrovisor 2020” de Jenaro Gaytán
El día 2 de febrero se presentó, en Querétaro, el libro “Retrovisor 2020", del escritor Jenaro Gaytán Villanueva. Es un libro de cuentos, que nace durante la pandemia, una retrospectiva del autor a la vida de la comunidad del Pinto en la delegación municipal de Santa Rosa Jáuregui en Querétaro. Una vista que ha desaparecido: una comunidad sepultada en el asfalto, en la modernidad.
Es la contraparte de estas ciudades hostiles hacia los ciudadanos modernos; en sus cuentos muestra cómo fue la vida, el autor narra cosas que ya no verán las futuras generaciones porque han desaparecido. Por ejemplo, menciona sobre un juego que solía hacer, le llamaban echar gavilanes, y consistía en tallar las pencas del maguey, darle forma ovalada y subir a una peña a lanzarlas, de manera que parecieran gavilanes volando en el cielo. Estos juegos se han perdido al igual que los paisajes, por las carreteras que se construyeron.
Su novela es costumbrista, dice el autor: mi trabajo es contemplativo, literario y con mucha imaginación; es de melancolía y nostalgia. Y nos cuenta así sobre sus los proyectos en los que se encuentra trabajando, un libro sobre la educación, del gis al pizarrón, así como una novela sobre cuántos catorce de febrero ha vivido en sus cincuenta y seis años.
Óscar Sosa, el presentador del libro, le pregunta al autor sobre por qué prefiere la escritura a mano que a computadora, a lo cual Jenaro Gaytán señala, a modo de broma, que cuando era estudiante tomó un taller llamado “taquigrafía” y lo reprobó; además le parece que escribiendo en una hoja de papel todo fluye mejor, si tiene una idea la anota y con el tiempo puede seguir desarrollándola, y la cosa fluye bien.
Óscar también pidió al autor que hablará sobre uno de sus cuentos: Carlillos. Habla sobre el tiempo en que en la comunidad sólo había una persona que sabía leer y escribir: el profesor Carlillos. Las personas de la comunidad llevaban a sus hijos, y le decían que de ser necesario los agarrara a varazos para que aprendieran; cuenta que este profesor era muy serio y callado, que enrollaba una hoja de maíz con tabaco y fumaba, solía estar apartado. Pero entre palazos, enseñó a los jóvenes de la comunidad a leer y escribir.
Esto me dejó reflexionando en el halo de misterio que a veces envuelve a algunos profesores, en este caso tenemos una comunidad y pocas personas que saben leer y escribir; por el contrario, ahora parece que la comunidad se está disolviendo, o quiere el poder que se disuelva (la sociedad líquida es más fácil de liquidar, según señala el profesor católico de la facultad de filosofía, Juan Carlos Moreno). Es el enfrentamiento de las concepciones de la sociedad, por un lado la platónica, donde sólo los dirigentes de la sociedad son filósofos contra la concepción propuesta por Marx, donde todos los ciudadanos sean filósofos.
Estos eventos de literatura para la comunidad son un ejercicio que nos deja la experiencia del evento, de escuchar la voz del autor sobre sus procesos de escritura y su visión del mundo. Aunque ahora tenemos una población donde la mayoría supuestamente sabemos leer y escribir, la verdad es que en la práctica esto no siempre es así. Muchas veces sabemos leer para navegar por los trabajos, en las fábricas o industrias de todo tipo: hotelera, logística, de servicios, etc; pero en realidad escribir con profundidad, con claridad, es un poder que sigue siendo escaso. Es un don, un talento, que aquellos que posean deberían saber sopesar y qué mejor manera de ponerlo a prueba que en diálogo con los lectores.
Diana Galindo Barajas
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