Trópico de Capricornio, de Henry Miller


Trópico de Capricornio es una obra donde el autor se encuentra ubicado en un espacio donde el mismo va construyendo su propio sentido. No vive en un mundo ordenado, vive en un mundo que él crea a partir de su observación. Desde el inicio del libro se presenta y habla de la importancia del viaje más profundo que quiere hacer, el viaje a sí mismo. A partir de este hablar de sí mismo, descubrimos a un personaje que parece que va levitando por la vida. 

En trabajos horribles, la vista a su alrededor es desagradable: la pobreza, el no comprender lo que está pasando alrededor: ¿Adonde me dirijo? En todas partes la gente produce cosechas y mercancías para otra gente... y yo soy como un fantasma que se desliza entre toda esa actividad ininteligible.

El autor no comprende y sin embargo no se detiene, sigue la historia y nos lleva a las visiones de sus romances, escenas de sexo que parecen crudo, pero en las que encuentra cierta elevación. El personaje es amable, dice, pero no parece que sea una cualidad que él aprecie demasiado, sino que parece simplemente una amabilidad inercial, que sin embargo es notable: 

«¡Tienes que ser firme! ¡Tienes que ser duro!», me advertían. «¡A tomar por culo!», me decía para mis adentros. «Seré generoso, flexible, clemente, tolerante, tierno.» Al principio, escuchaba a todos hasta el final; si no podía darles empleo, les daba dinero, y, si no tenía dinero, les daba cigarrillos o les daba ánimos. Pero, ¡les daba algo! El efecto era asombroso. Los resultados de una buena acción, de una palabra amable, son incalculables. Me veía colmado de gratitud, de buenos deseos, de invitaciones, de pequeños regalos conmovedores, enternecedores. Si hubiera tenido auténtico poder, en lugar de ser la quinta rueda de un vagón, sólo Dios sabe lo que habría podido hacer. Podría haber usado la Compañía Telegráfica Cosmodemónica de Norteamérica como base para acercar a toda la humanidad a Dios, podría haber transformado tanto Norteamérica como Sudamérica y también el Dominio de Canadá. 

Esta es una visión que tiene durante el trabajo que realiza en la compañía de correos, en Estados Unidos. Su vida económica es precaria, sin embargo esta es sólo una parte de la novela, que es un diario contemplativo, donde el autor se abre para compartir sus experiencias y sus visiones del mundo. Las experiencias amatorias también le llevan a tener ciertas visiones: Oí sus sueños musitados en lenguas desaparecidas, los gritos ahogados que reverberaban en grietas diminutas, los jadeos, los gemidos, los suspiros de placer, el silbido de látigos al flagelar. Le oí gritar mi nombre que todavía no había pronunciado, le oí maldecir y chillar de rabia. Oí todo amplificado mil veces, como un homúnculo aprisionado en el vientre de un órgano. Percibí la respiración apagada del mundo, como si estuviera fija en la propia encrucijada del mundo. Así caminamos, dormimos y comimos juntos, los gemelos siameses a quienes Dios había juntado y a quienes sólo la muerte podría separar.

Estas visiones suceden de tal manera que a veces se mezclan con el sueño, con lo fantasmagórico: La mujer que esperabas conocer está ahora sentada enfrente de ti, y habla y tiene el mismo aspecto exactamente que la persona con quien soñabas. Pero lo más extraño de todo es que nunca antes te habías dado cuenta de que habías soñado con ella. Todo tu pasado es como haber estado durmiendo durante mucho tiempo y no lo habrías recordado, si no hubieras soñado.



La cuestión parece ser la de encontrarnos con un Quijote moderno, un hombre que no vive en una realidad común, porque de hecho no encuentra un orden, prefiere él ordenar su horizonte, de manera tal que está gravitando, construyendo, observando y experimentando la vida, con sus dramas, su tragedia y su gran belleza. Todos somos soñadores, todos estamos en el proceso de entender racionalmente nuestra vida. Algunos con más talento, otros con menos, mientras tanto quedan estos testimonios en la literatura y en la poesía, testimonios de la vida, de la grandeza de su movimiento captada en una obra que alguna impresión, algún sueño habrá de despertar en nosotros, ganas de vivir, de viajar, de poner más atención cuando amamos.



Diana Galindo Barajas (Estado de México, 1994)











Fotografía: Paola Ortega

Es licenciada en Filosofía por la Universidad Autónoma de Querétaro. Ha publicado los libros Despliegue de pájaros (Ediciones El Humo, 2012), Spiritual Kingdom (Ediciones El Humo, 2014), El mundo desde afuera (Ediciones El Humo, 2019), Elemento agua (Edición de Autor, 2020) y Las pasiones de la luz (Infame Turba, editorial). Su poesía está incluida en la antología Poesía en sí (ENSQ, 2015).


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