Santa Teresa y Nietzsche: arte y poesía

En Santa Teresa hay un camino de vida que la dirigió a la santidad con un método singular: la propia experiencia y el trabajo de buscar a Dios; ¿en qué se podría parecer el pensamiento de una santa al de un hombre que pretendía matar a Dios o al concepto de un dios moral?. Para ambos, existe una experiencia del arte, si bien en Teresa existe un acercamiento cultural y religioso a Dios, un acceso místico, cuyo testimonio es poético, Nietzsche también dejó un legado poético (al igual que otros filósofos como Parménides); heredero del pensamiento de Schopenhauer, para quien era muy importante la experiencia estética, siendo ésta la forma más elevada de conocimiento.

Visión filosófica a través de la poética, hay, además de la poesía otros puntos que comparten la mística y el filósofo: el deseo de cultivarse, la disciplina, el desfallecimiento. Nietzsche hizo su propio camino que ha influenciado al pensamiento filosófico moderno. En él una voluntad sufriente que buscaba fortalecerse con las experiencias dolorosas, lo cual no es fácil en la vida cotidiana. Santa Teresa nos habla de la humildad que hay que tener para llegar al arrobamiento, a niveles superiores de las moradas; es ver a través de los detalles, lo cual tampoco es fácil cuando estamos embotados por la racionalidad, o por la voluntad mal dirigida.

En ambos, existe una cierta forma de renuncia, en Nietzsche a la debilidad, en la Santa una entrega de sí, de su conciencia y su esencia a la experiencia que la estaba arrobando. Aquello de entregarse, de morir a sí mismo, es el quid de las religiones de oriente, las cuales requieren de ejercicios constantes, para calmar los deseos, sosegar la voluntad, vivir en paz. No creemos que Teresa renuncie completamente al mundo, pues la contemplación también es un medio para ella que la hace entender que Dios está en todas partes:

“Aprovechábame a mí también ver campo o agua, flores. En estas cosas hallaba yo memoria del Criador, digo que me despertaban y recogían y servían de libro; y en mi ingratitud y pecados”.

Su experiencia requirió de esfuerzo, de virtud como fuerza, potencia ayudada de la gracia de Dios, que la llevó a elevarse, a un nivel de contemplación superior. Entendió secretos revelados, llegó a sentirse llena de gozo, no por la experiencia mística por sí sola, que es una parte del camino nada más y no el fin mismo, pues continúa su vida cotidiana de esta manera, con lo ya recorrido y en constante oración como parte del camino místico y poético.












Me ayudaré de Unamuno para hablar de esto: “Nuestra filosofía, esto es, nuestra forma de comprender o de no comprender el mundo y la vida brota de nuestro sentimiento respecto a la vida misma”. Con esto se explica la filosofía como experiencia vital más allá de ser una actividad humana cualquiera, cuando la responsabilidad que se tiene ante ella es tan grande como según la relación y la conciencia que tenemos de ella. Teresa encontró un camino poético para el descubrimiento de su propio ser que es ejemplo de la riqueza interior de una persona cuando despierta su conciencia espiritual en la fe cristiana. Para Unamuno el cristianismo es: un valor del espíritu universal que tiene sus raíces en lo más íntimo de la individualidad humana.

Teresa descubre esta individualidad mediante un trabajo de introspección de búsqueda por relacionarse con lo divino. En El libro de la vida, hay ciertas imágenes que tienen que ver con la acción de cultivar, con fértiles jardines donde el elemento agua está muy presente. Por otro lado, las imágenes que nos entrega Nietzsche en su obra tienen que ver más con animales, con un hombre loco y sabio, al cual no escuchaban las multitudes. Parece que el filósofo tenía que entregar un mensaje en sus letras, pero no se sentía escuchado ¿acaso las multitudes saben escuchar o tienen otra forma de escucha, más lenta?. El filósofo desespera ante esta falta de escucha, mientras que la santa se encuentra sumergida en su experiencia mística y no le interesa esto, el mensaje llegará a quien tenga que llegar en el tiempo adecuado. Sus imágenes son más quietas, no hay la fuerza de los animales, hay jardínes, castillos, una intelectualidad más calmada, pero que no deja de ser agónica, por que se pierde, porque se entrega: “se me ofreció lo que ahora diré, para comenzar con algún fundamento: que es considerar nuestra alma como un castillo todo de un diamante o muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos, así como en el cielo hay muchas moradas”.

Ahora bien, ante la tragedia de la existencia, Nietzsche propone que ya que no podemos quitar la tragedia, hagamos de nuestra vida una obra de arte. Santa Teresa nos ofrece un ejemplo de arte realizado, es decir, de contemplación. Desde diferentes lugares, juegos con la desesperación y la calma, ambos pensadores se acercan y se alejan del fenómeno artístico y el divino, experimentan lo que es la racionalidad y la creación de imágenes poéticas que trazan formas de hacer sentido, pero que esta forma en su esencia es muy similar, donde la poesía tiene presencia.



Diana Galindo Barajas








Es licenciada en Filosofía por la Universidad Autónoma de Querétaro. Ha publicado los libros Despliegue de pájaros (Ediciones El Humo, 2012), Spiritual Kingdom (Ediciones El Humo, 2014), El mundo desde afuera (Ediciones El Humo, 2019), Elemento agua (Edición de Autor, 2020) y Las pasiones de la luz (Infame Turba, editorial). 



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